viernes, 30 de septiembre de 2011

Vendedora de Alcatraces


Titulo: Vendedora de Alcatraces, 1942
Autor: Diego Maria de la Concepción Juan Nepomuceno Estanislao de la Rivera y Barrientos Acosta y Rodriguez (Diego Rivera)
Museo: Banco Nacional de México
Características: Oleo sobre Masonite, 122.5 x 120.5 cm
Estilo: Realismo-Muralismo


Desde finales de la década de 1930 Diego Rivera se dedicó a la pintura paisajista y retratos. Desarrolló en sus últimas pinturas un estilo indigenista y social de gran atractivo popular. Su más ambicioso y gigantesco proyecto, un mural épico sobre la historia de México para el Palacio Nacional, quedo inconcluso a su muerte, acaecida en la Ciudad de México el 25 de noviembre de 1957.
Diego Rivera, en formas simplificadas y con vivo colorido, rescato bellamente el pasado precolombino, al igual que los momentos mas significativos de la historia de mexicana: La Tierra, El Campesino y El Obrero; Las Costumbres, y El Carácter Popular.
La aportación de la obra de Diego Rivera al arte mexicano moderno fue decisiva en los murales y obras de caballete; fuè un pintor revolucionario que buscaba llevar el arte al gran público, a la calle y a los edificios, manejando un lenguaje preciso y directo con un estilo realista, pleno de contenido social.
Paralelamente a su esfuerzo creador, Diego Rivera desplegó actividad docente en México y reunió una magnífica colección de arte popular mexicano, muestra de ello es esta pintura donde bellamente se representa una escena común de nuestro país: la venta de alcatraces, esas flores que tanto utilizó en sus obras y realizó de manera magistral el maestro Diego Rivera.

El Beso


Titulo: El beso, 1907-08
Autor: Gustav Klimt
Museo: Ôsterreichische Galerie Belvedere
Características: Oleo sobre lienzo, 180 x 180 cm.
Estilo: Simbolismo




La obra mas famosa de Klimt es, El Beso, exhibida por primera vez en la Exposición de Arte de 1908 junto a Las Tres Edades de la Mujer. En esa muestra se titulaba Los Amantes y fue adquirida al finalizar la exposición por el Ministro de Educación, Doctor Marchet, para la Galería Austriaca, lo que fue interpretado como un "excelente servicio a nuestro arte moderno" por Ludwig Hevesi. La obra recibió una entusiasta critica desde el primer momento, convirtiéndose en uno de los símbolos de la Secesión, a pesar de ya estar roto el grupo.
Las figuras de los amantes están representados ante un fondo dorado que enlaza con los iconos bizantinos y rusos. La pareja se abraza ante un reducido prado repleto de florecillas, siendo difícil interpretar si están arrodillados o de pie. Ese prado finaliza de forma brusca, como si el pintor quisiera situar a los amantes al borde del precipicio. La pareja se enmarca también con una aureola dorada, vistiendo ambas figuras de ese color, adornadas sus vestimentas con rectángulos negros y grises el hombre -interpretados por Schorske como un símbolo fàlico- y círculos de colores el de la mujer. El ceñido vestido nos presenta claramente las formas femeninas, dejando ver piernas, hombros y brazos, sujetándose la joven con los dedos de los pies para evitar el precipicio. Su cabeza presenta una escorzada postura, inclinada hacia atrás y vuelta de lado, mirando hacia la perspectiva del espectador a pesar de sus ojos cerrados. El hombre tambien presenta una escorzada postura, sujetando con sus manos la cabeza de la amada, dejando ver solo la cabeza coronada de flores. 
Su ancho cuerpo y su actitud de dominio son dos elementos claves en la composición, interpretada por buena parte de los especialistas como una escena protagonizada por el propio Klimt y su buena amiga Emilie Floge. Quizá el elemento mas extraño sea el precipicio, símbolo de peligro al que podría dirigirse la relación, por lo que la mujer se aferra con sus pies a la pradera.
El gesto de la mujer también se ha interpretado como rechazo ante la agresión al que la somete el hombre, intentando evitar el dominio masculino sin un resultado positivo. 
¿ Podríamos considerar, en este caso, una muestra del "fracaso" de la lucha femenina por la emancipación que ya se estaba dando en aquellos momentos?
Sin embargo, a lo largo de la carrera de Klimt se repite esta temática en varias ocasiones:
Estilísticamente, nos encontramos en la obra que corona la llamada "Fase Dorada", etapa dominada por el decorativismo en la que las lineas sinuosas se adueñan del conjunto. La perspectiva tradicional tiende a desaparecer ante el empleo de la bidimensionalidad. Como si de un caleidoscopio se tratara, Klimt emplea sucesivas piezas de colores que recuerdan los mosaicos de Ravena por los que el maestro sentía especial admiración. 
El resultado es una obra con la que el maestro Klimt alcanza el cenit de su arte.